De esas que su palacio sigue en reparación

Tercer regalito que doy y este, es un regalo sorpresa... Sí, porque ella me dijo que los regalos que más le gustaban eran esos, yo he querido hacerlo así.

Para ti, tú regalo Jo March.


Hace mucho tiempo…Bueno, no. En realidad no hace tanto… Una personita empezó a contar un cuento, un cuento de esos de princesas, guerreros y batallones dispuestos a llegar a su meta sin importarles cuantos obstáculos pudiera ver a su paso.

También cabe destacar, que la princesa de este cuento, no es como las demás, no lleva esos vestidos de tul rosa – ni tampoco le da apuro partirse las uñas – , si no un potente escudo, armadura y como buena espada afilada, dispuesta a defenderse de todo lo que le venga; las palabras junto a las acciones.
y aunque a veces parezca que se va hacer añicos como los jarrones de cristal, resiste, resiste como una campeona dándole ordenes adecuadas a sus guerreros para que no se detengan y aunque tengan que hacer una parada para tomar aire.
Sabe de buena tinta, que las cosas de palacio van despacio, y no es malo estancarse de vez en cuando para venir con energías y fuerzas renovadas que le permitan ganar todas y cada una de las batallas de su propia encrucijada, de su propia guerra, para hallar la paz que tanto ansía y espera y que estoy segura, de que un día, logrará encontrar.

Porque es una guerrera innata, no sólo porque resiste ante cualquier adversidad si no porque los mejores guerreros se caracterizan por su buena bondad, la nobleza y dulzura que puede llegar a habitar en sus corazones y que sólo les deja mostrar a las muy pocas personas que no se quedan con lo superfluo, con la superficialidad, con lo material y van mucho más allá, mucho más lejos, como ella a conseguido llegar.

Y pese al miedo que pueda llegar a tener porque el adversario le saque tres cabezas, sigue peleando y no se rinde jamás.
Nunca he dicho que tener miedo sea malo, puesto que de osados el cementerio está lleno, todas las personas tenemos miedos, quién más, quién menos…Lo único malo de este sentimiento, es que te pares y te dejes guiar por él, impidiéndote avanzar.


Me dijiste que te gustaban los regalos sorpresas, el único que se me ha ocurrido a partir de todo lo que he ido leyendo en tú blog, es este, mejor, peor, no lo sé, eso te lo dejo (os lo dejo), a vuestra elección.

Vales mucho, mucho más incluso de lo que puedas llegar a pensarte. Y no quiero que nunca ante nada tires la toalla, una vez, te pedí una sonrisa…
Me sorprendiste con un regalo que para nada, me esperaba, de esos que van sin envoltura – y que para nada la necesitan –, blanca e impoluta….Tú Sonrisa.

Hoy espero, al menos, haberte sacado una a ti, si no es inmensa, me conformo con una pequeñita, porque las personas como tú, siempre, siempre, deberían sonreír.


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