Que el morbo sólo es...Lamernos con palabras

Al levantarse dejó arrastrar los pies hasta la cocina donde escuchaba cierto cacharreo, lo más probable es que su novia se hubiera despertado algo antes de lo habitual y estuviera desayunando. Efectivamente, allí estaba plantada de espaldas a la puerta y mirando el microondas, le hacía gracia como a veces se podía quedar mirando cualquier cosa a la que una persona ya no le prestaría la menor atención después de haberla visto un par de veces. Estaba tan guapa pensó, cada vez que la miraba se daba cuenta de que cada día más, se volvía loco por ella. No pudo evitarlo y se fue acercando lentamente a ella, la abrazó por la espalda y metió la nariz entre los mechones de su pelo negro, hasta que se abrió paso hasta su cuello y sujetándola ahora sólo con una mano por la cintura le retiró el pelo y comenzó a darle besos suaves por dicha zona, ella esbozó una sonrisa y se reclinó hacia atrás acomodándose en su pecho, alargando la mano derecha consiguió reposarla en su nuca acariciándosela, él se agachó para facilitarle el encuentro con sus labios.

- Buenos días- dijo ella al mismo tiempo que se volvía y le rodeaba el cuello con ambas manos.

Nazareth; Se volvió y sacó el vaso de leche del microondas, lo probó y le dio a beber a él, quien le quito la taza de las manos y comenzó a besarla apretándola más contra su cuerpo. Ella se separó un momento de él y antes de meterse en dirección hacia el salón le dio una palmada cariñosa en el trasero y le guiñó el ojo.

- ¿Dónde vas?- Le dijo él atónito al verla poniéndose la chaqueta encima de la ropa que llevaba para salir a la calle.

- A por una cosita que se me ha olvidado.

Llevaba un rato solo en casa cuando dio comienzo el aguacero, la lluvia caía estrepitosamente contra los cristales ayudada por el fuerte viento y empezaba a escucharse una gran tormenta la luz guiño un par de veces y al final decidió asumirlo en la más absoluta oscuridad, sólo veía lo poco que le permitían los cristales, de pronto se le ocurrió una idea …

Su novia aún tardaría un poco, estaba casi seguro que había ido a casa de su amiga ya que no hacía mucho que se traía algo entre manos, tampoco había querido sonsacarle demasiado porque pronto estaba cerca su cumpleaños y no le gustaba que le aguaran las sorpresas.

Se fue para un pequeño cajón de la cocina y comenzó a sacar pequeños cirios y fue encendiendo todos los que pudo por todo el pasillo hasta llegar a la habitación, miró la hora, y casi nervioso empezó a bajar alguna que otra persiana para que no existiera ni siquiera la nítida claridad que podría llegar a atravesar los cristales, y se metió en la habitación cuando escuchó el crujir de la cerradura.

Nazareth soltó una risa histérica en el umbral de la puerta cuando vio todas aquellas velas encendidas y con una sonrisa nerviosa le llamó.

- ¿Isaac?...- como lo único que le devolvió una respuesta fue el silencio, cerró la puerta tras de sí y comenzó a seguir el camino iluminado.

Abrió la puerta del dormitorio que se encontraba entreabierta y sin que se lo esperara le tapo los ojos.

- Tonto – le dijo medio nerviosa por el susto, él le siseo.

- Mmm a ver por dónde me quedé antes…

Nazareth no pudo evitar soltar una carcajada, a veces pensaba podía ser de lo más tonto ciertamente, por lo que hizo un intento de volverse, no podía, no la dejaba, la tenía completamente pegada a su cuerpo, había dejado de posarle la mano sobre los ojos para mantenérselos cerrados y ahora la había depositado ambas en sus caderas, mientras se entretenía jugando con el lóbulo de su oreja entre sus dientes, la giró, la dejo frente suya y cuando ella fue a cruzar los brazos alrededor de su cuello para poder auparse y darle un beso no la dejo, la sentó con cuidado en la cama cogiéndola por los antebrazos, la echo entre las sabanas y él se recostó encima de ella, dejando una de sus rodillas entre la entrepierna de su chica, le sonrió, le gustaba la carita dulce y al mismo tiempo y porque no decirlo; traviesa que ponía, sus manos se estaban perdiendo por debajo de la blusa de ella, la cual no tardó mucho en desaparecer de su cuerpo y encontrarse tirada en cualquier parte del suelo de la habitación, su lengua había dejado por un momento de jugar con la suya para empezar a jugar recorriendo cada parte de su cuerpo en las cuales a veces mordía, lamía o besaba haciendo que a ella el vello se le erizara además no sabía en qué momento él también había acabado sin camiseta y podía sentir su piel, su calor unido al de ella hacia que incluso los slip que llevaba comenzaran a estovarle, la aceleración de su corazón iba a la par que el de su pareja, quien hizo un mero intento por sostenerle la cara y volver a jugar con su lengua mordisqueándole el labio inferior mientras le recorría la espalda desnuda y el torso, buscó la evilla de su cinturón e Isaac la apretó más contra él y en un acto reflejo su rodilla se hundió un poco más en su entrepierna, haciéndola que inhalara aire y entrecerrara los ojos le cogió la mano que tenía puesta ya en el botón de su vaquero y se la retiró, vio la extrañeza dibujada en su rostro, le volvió a sonreír y le siseo, volvió hacer que su espalda cayera en la cama puesto que ella se encontraba erguida para facilitarse así misma el trabajo, se volvió a recostar sobre ella y hundió la cabeza en su cuello mientras terminaba de bajarle la cinturilla del pantalón y llego con la mano hacia su entrepierna, acariciando por encima de su ropa intima, dejó su cuello y se dirigió a su boca para besarla, apartó luego la fina tela de la ropa interior y le acaricio el clítoris primero despacio y luego aumentando la velocidad, haciendo que Nazareth dejara de besarlo para proferir un par de gemidos muy cerca de sus labios y cuando uno de sus dedos se enterró en la húmeda cavidad , un bocado a su labio superior fue la respuesta de ella, se apartó cuando de nuevo iba a besarle, para dejarle caer un par de besos suaves por la garganta. Bajando hacia sus senos, con uno jugaba con la mano derecha mientras que su boca se entretenía con el pezón del otro haciendo que Nazareth respirara cada vez más deprisa. Terminó de quitarle el pantalón a ella, y quitárselo él para estar más cómodos.

Ella se puso de rodillas en la cama, en un intento de atraerlo contra ella cuando terminara de revolear el pantalón a la silla del dormitorio pero no tuvo éxito, sacó de la mesita de noche un par de preservativos y los dejó encima y a ella la volvió a tumbar en la cama. Le volvió a sonreír y ella le devolvió la sonrisa, le encantaba el brillo de sus ojos, la intensidad con la que le miraba, y la dulzura que desprendía incluso en aquellos momentos en los que se volvía sensual, atrevida…

- Aún no he terminado contigo le dijo – Viendo como su chica se quedaba completamente quieta en la cama al ver que se incorporaba él a ésta sonriéndole con cara de niño travieso.

Terminó por deshacerse del todo de la lencería de su novia y enterró su cabeza entre los muslos, viéndola como agarraba en un puñado un trozo de sábana, escuchándosele de vez en cuando y cada vez más, una especie de ronroneo indefinido y se mordía el labio al mismo tiempo que se arqueaba cuando comenzó a pasar su lengua fugazmente por esa zona.

Antes de que llegara al momento más álgido, Nazareth decidió quitarse de sopetón dejándolo con cara de no saber bien que había pasado, y antes de que se diera cuenta su slip se encontraban en el suelo junto a los pies de la cama, ahora era el quien se encontraba mirándola como jugaba con su miembro, decidió ponerse el preservativo mientras la interrogo a ella con la mirada para saber si estaba dispuesta, vio que no había problema, apoyo la espalda en el cabecero mientras ella se sentaba a horcajadas sobre él, no podía evitar mirarla y comérsela con los ojos… sus ojos, al fin se encontraron y una risa nerviosa y excitada se dibujó en sus labios cuando al final notó como entraba su miembro. Nazareth dejó de posar sus manos sobre el estómago de su novio para ponerlas una a cada lado de su cabeza para que ambos estuvieran más cómodos, aprovechó y le besó muy suavemente, ambos estaban tan excitados que no hizo falta mucho…

Nazareth apenas había comenzado a cabalgar sobre él a un ritmo que iba en aumento cada vez más de prisa, mientras se miraban a los ojos y el fuego yacía en ellos, como si atreves de las pupilas vieran la intensidad de las llamas el uno en el otro.

Isaac enterraba sus manos entre sus caderas siguiendo el vaivén que estaban produciendo encima de él, se incorporó un poco y le besó el vientre y los senos a la par que la abrazaba por la cintura y la pegaba a él con mucha fuerza sus respiraciones cada vez eran menos apaciguadas, menos intermitentes y el corazón bombeaba adrenalina a cada uno de los poros de la piel de ambos, volvieron a mirarse a los ojos, y no pudieron dejar escapar la oportunidad de comerse la boca del contrario como si jamás le hubieran besado, le dio un leve empujoncito para echarla en la cama y hacerla cambiar de postura, se puso el encima volviendo a besar su vientre, ella le acariciaba el pelo, los hombros y los brazos mientras tanto, y volvió a introducir su miembro en la entrepierna de ella, ambos gimieron, y el aumento el ritmo de la penetración, Nazareth decidio abrazarle por la cintura con sus piernas rodeando con un brazo su cuello y con el otro posado en su hombro fue como llegó su orgasmo haciéndola extremecer, se irguió y sin percatarse de ello si quiera le clavó las uñas en el hombro y le mordisqueó el labio inferior al querer darle un beso, el no paro en ese momento, si no todo lo contrario, sin intentar perderse detalle como siempre de ella ya que le encantaba hacerla disfrutar y ver la cara que ponía cuando su placer llegaba al máximo, cuando cerraba los ojos, se arqueaba y entreabría la boca por lo que siguió un poco más , acelerando de nuevo el ritmo y cuando de labios de ella escucho Te Quiero… él acabó por rendirse. Todo el fuego que abrasaba su pecho momentos antes… había acabado, pronunciando el nombre de ella varias veces, termino recostado casi en la cintura de su novia, y cuando pudo moverse, se dejo caer a un lado de la cama intentando recuperar la respiración y el aliento, había echado a la papelera el profiláctico…y había recostado a Nazareth en su pecho ya que ésta se había quedado acariciándole la cabeza, dándole besos por diferentes partes del cuerpo ; la cara, el cuello y el pecho. La vio cerrar los ojos, no pudo evitar inclinarse para tocar con sus labios su frente aun sudorosa e hirviendo para darle un beso.

-Yo también Te Quiero.