...Tras las huellas medio borradas de un ser ...

Orhis, Irwid y Angus se quedaron mirando al niño.

– Suéltalo anda – dijo Angus.

– ¿No le iras hacer caso a eso que ha salido por la puerta verdad?.

– Pues mira... no sé por qué pero... sí.

Irwid buscó los ojos de Orhis al encuentro de ayuda, pero no la encontró ya que hizo un ademán con la cabeza señalando la puerta. A lo que Irwid contestó con un amago de suspiro y miró al chico:

– ¿Sabes quién ha sido?.

– No.

– ¿Entonces que hacias ahí agachado?.

– Olfateando a un conocido.

Abrió la boca de par en par y volvió a mirar a Angus que seguía esperando que lo pusiera literalmente en la calle.

– ¿Me puedo ir ya? - preguntó con cara de querer salir de allí lo antes posible. Estaba inquieto, no quería estar al lado de Sarchk.

– Sí – contestó Angus.

Y vieron como una cabeza pelirroja cruzaba media sala para salir apresuradamente al encuentro de la interperie, donde algunas llamas procedientes de las farolas iban siendo apagadas dejando una tenue humarea que ascendía al cielo y comenzó una carrera para alejarse de allí lo antes posible.

Dentro Angus, Orhis e Irwid estaban sentados entorno a la mesa tras a ver metido en la celda a Sarchk y a ver esperado a que la pequeña Sirthe hiciera su aparición para dar los buenos días y marcharse a casa.

– ¿Y bien... qué es eso del azufre? - le preguntó Angus a Orhis después de haber puesto al día con aquella noche pasada a Irwid.

– Hay una famosa división tripartita en alquimia, azufre que está relacionada con el alma, mercurio, que está relacionado con el espíritu y sal... que está relacionado con el cuerpo. ¿No te has fijado como ella sólo se dirigió a la parte del centro?

– ¿Dónde se encontraba el azufre?.

– Ajam, evitó la parte derecha de la mesa, donde se encontraba la sal. La flecha que te preparé llevaba precisamente ese otro elemento... sal.

– ¿Qué le pasa con su cuerpo? - dijo Irwid extrañado.

– Pues basicamente consiste en que ya no es de éste mundo – contestó Angus como si fuera lo más evidente, y se volvió a mirar a Sarchk que estaba agazapado en un lado de la celda y parecía dormir- lo que me extraña más de todo esto es... ¿qué le pasa a éste con el azufre?.

– Quizás no tiene alma.

Orhis y Angus miraron a su amigo... era cierto, la había vendido a cambio de un poder que de poco le servía ahora ahí metido en aquella jaula, y encima tenían que soltarlo, estando el ahí dentro se había producido otra muerte y estaba claro que el no era o por lo menos que sólo no actuaba.

– ¿Dónde cadáver del niño?- está el preguntó Angus.

– En casa supongo, la familia querrá darle la última oración – Contestó Irwid con el rostro torcido.

Angus se levantó dispuesto a ir a casa de ese niño quería verlo aunque ya no pudiera decirle nada, miró a Orhis, él tenía más noción de estas cosas por haber tratado ya con algún que otro cuerpo.

– ¿Vienes?- Orhis se quedó a cuadros.

– Angus, la noche ha sido larga... y para esa familia más aún, ¿porque no lo dejamos reposar, por lo menos hasta que pasen un poco más las horas?.

Angus asintió aunque con gesto mustio, admitió que además ninguno estaban completamente en forma después de pasar la noche en vela, y esos rayos de sol qu calentaban el vidrio de los cristales con su llegada, sería seguramente los primeros que veían en mucho tiempo, con el sol a buena altura, sin nubes que sentenciaran otra tarde fría y de copiosa lluvia que parecía no acabar nunca.

- A dormir un poco gente – aventuró Irwid saliendo ya por la puerta y despidiéndose de Orhis que se quedaba en su escuela y Angus que marchaba en dirección opuesta.