Y pasaran...

Lo sé, lo sabía, lo sabías, lo sabéis, lo saben.
Nunca he sido una niña típica, nunca he sido la más lista, ni la que más destacaba en clase…destacaba no por ser la empollona, no por ser la gamberra, ni la popular… destacaba por ser la rarita, esa con la que nadie hablaba y en los recreos se dedicaba a soñar entre las páginas de un libro sacado de la biblioteca y guardado para la ocasión, sentada en el suelo a principio de clase donde el cristal de la puerta no te reflejaba y ningún profesor venía a decirte que en clase en horas de descanso no estaba permitido quedarse.

He crecido, para bien o para mal muy pronto deje de ser una niña pequeña, aunque a veces me comporte como tal, se una payasa incansable que no tiene la nariz roja salvo en invierno o primavera. Pero sigo siendo la misma chica rarita de antes.
No, sigo sin tener nada que pueda ofrecer, algo mínimo que llame la atención en mí y que me haga al fin y al cabo única… como según dice ese dicho de que todos somos únicos e irrepetibles.

Sin embargo, yo no tengo grandezas, ni castillo, ni siquiera un pequeño rincón en la que un ángel de alas negras se pueda llegar a guarecer de una noche que por un lado encanta, embruja y ensimisma y por otro te hace partícipe de su máxima soledad y silencio… no, no tengo nada que pueda darte solamente yo.
La amiga “simpática” de la(s) buenorra(s), y ni siquiera eso teniendo en cuenta que ni tan siquiera soy simpática, que cuando me presentan a alguien lo primero que hago es callarme y observar, y hasta que no me enganchas con un tema no consigues que hable gracias a mi timidez que a veces disimulo no se cómo ni por qué. Teniendo en cuenta además, que no llamo la atención de nadie(ni la quiero llamar), pero más de una vez he tenido que soportar como soy completamente invisible al ojo humano, transparente como el cristal.

No tengo una fortuna que ofrecer, ni diamantes, ni riquezas, solo fortificaciones de papel que en muchas ocasiones tratan de volar lejos, muy lejos de mí, quizás también ellas mismas aunque las haya creado yo y mi imaginación tengan miedo también de que algún día me vuelva en su contra… y les haga daño.