Cuando alguien te ama, la forma de decir tú nombre, es diferente *

“ Hola… Me llamo Isa, tengo nueve años. Y como muchas otras personas en este mundo, yo también tengo Síndrome de Down. Lo que me diferencia de estas personas, es que yo, no puedo hablar porque tengo además un retraso madurativo y cognitivo mayor que el resto, por lo tanto, tan solamente puedo comunicarme a través de mis gestos y las palabras que quieren Salir a través de mis ojos.

No sé si es mejor, o es peor. Pero yo, es lo única forma que tengo de hacerlo.

Recuerdo, cuando a mediados de mayo del año pasado, llegó a mi casa una niña nueva, acompañada por una veterana, no me miró con miedo como suelen hacer todos los que entran allí, pero ella lo que sí parecía es tímida, muy tímida…Y yo no me atreví a sonreír a pesar de que sus ojos negros se clavaran en los míos.

Las seguí, vi como uno de mis “hermanos”, se acercaba a ella, ella se agachó y le abrazó, después le dio un beso.

¡¡Yo también quería!!...

Aun así, me quedé plantada en medio de la puerta, observando, sin moverme, quería escuchar su voz antes de acercarme. Y de pronto habló…

Es cierto que no recuerdo sus palabras, pero si su voz, demasiado suave…Me acerqué despacio y se quedó frente a mí, me sonrió y le abrí los brazos, sin pensarlo dos veces me estrujo contra ella y me dio un beso en la frente, Además, tenía el pelo suelto en ese momento y ella me lo acarició, empecé a indicarle con uno de mis gestos…Que si estaba guapa, miró a su compañera, que le dijo qué era lo que yo , quería decirle y me dijo que no estaba guapa… que era muy guapa y me hizo sonreír…Esa fue la primera vez que ella me hizo sonreír.

Cada vez que venía, se la veía con más soltura, y cuando incluso estaba en el suelo jugando, sola, sin querer que nadie se acercara, ella hacia el esfuerzo, venía hacia a mí y me acariciaba de nuevo la cabeza y pronunciaba sutilmente mi nombre, no podía evitarlo, miraba hacia arriba y le devolvía la mirada.

Me gustaba verla a veces, me quedaba mirándola como cuando al hacer un gesto, ella ponía mucho interés y miraba a quien estuviera de los cuidadores presentes en ese momento con la única finalidad de que les dijera, qué es lo que yo quería decirle.

Poco a poco, por muy mal que yo me portara y por mucho que ella me regañara a veces, diciéndome que unas cosas no se hacían porque podía hacer daño a otra persona, otras porque podían hacerme daño a mí misma, comprendí de que cuando venía, era algo más especial, no nos trataba como si simplemente fuera a echar dos horas con nosotros por matar el tiempo, notaba como le gustaba estar con nosotros, como también se tiraba al suelo, o a una manta para jugar, recuerdo cuando se sentó conmigo en la cama, se quitó los zapatos y yo hice lo mismo, me reí, y ella me sonrío tiernamente, yo me dedicaba a lanzarle todos los peluches que veía a mi alrededor, mientras ella hacia espavientos, intentando cogerlos, alguno me los lanzaba, otros hacia como que paraba goles, mientras… no podía dejar de reírme por las cara que me iba poniendo.

Hace unos meses, no sabía cómo decirle una cosa, me daba mucha vergüenza porque me cuesta abrirme a determinadas personas…Pero es que ella lo hace todo tan fácil… Pero aun así, sabía que no podía decírselo como el resto del mundo, aun así, sabía que no me iba a entender, pero tenía que arriesgarme y decírselo, de la única forma que yo sabía hacer. De lo única forma, en la que yo podía hacerlo.

Sonó el timbre, y me levanté del suelo como un resorte (¡¡Me encanta estar sentada ahí, por mucho frío que haga!!), me puse frente a la puerta y cuando entró, la acaparé para mí, le di un abrazo, de esos que ella dicen que son como de ositos pequeños, recosté mi cabeza sobre su pecho, y ella volvió como siempre a acariciarme la cabeza mientras me daba un beso en la frente, la miré y me parece que lo entiendo…

¿¡Pero por qué me lo haces más difícil?!...¡Que me da vergüenza!.

Le puse la mano sobre su brazo e hice lo propio que rara vez solía hacer, “froté” de arriba abajo muy suavemente, como cuando te has dado un golpe y tú mismo te lo haces en la zona que te hayas golpeado… Pero con más cariño, como susurrándolo…

Obviamente no me entendió…

Así que después de tres intentos, decidí repetirlo rompiendo mi “silencio”, delante de más personas al decirle aquello. En una de las salidas, volví a repetir el gesto delante de una de mis cuidadoras.

Lydia volvió a mirarme y preguntarme… ¿Qué cielo?. La cuidadora la miro y le sonrió… ¿Sabes qué es lo que te está diciendo?... Lydia me miró a mí, y parecía pedirme perdón con sus ojos… Sí, sé leer muy bien el lenguaje de cada persona, aunque no me hable, porque es como he aprendido a expresarme yo y a través de lo cual pueden entenderme…

- No - dijo – no sé qué quiere decirme.

- Te está diciendo Te Quiero.

Creo que no supo muy bien qué hacer, no sabía muy bien, dónde meterse…
Puso la cabecita junto a la mía y me dio un beso, no me lo esperaba, había gente que no hacía nada cuando le mostraba mis sentimientos…"

Hoy, le voy a devolver, lo que en su día compartí con ella…Para ti sola Isa esta vez y prometido que cuando te vea, lo volveré hacer, pero esta vez… Sólo contigo, como la primera vez que me lo dijiste tú a mí, y no supe comprenderte…Sí, te pedí perdón aquella tarde por no saber hacerlo, por no haberte entendido, pero ahora que si lo hago te digo, aunque no puedas leer esto…
*Se acerca despacito a ella, la abraza muy fuerte como a ella le gustan los abrazos, le revuelve el pelo y le da un beso en la frente, mientras que con la mano le da en uno de sus brazos “frotándole”.

Para una de mis niñas…Para esa de la que creo aprender más de lo que yo pudiera enseñarle… Para esa pequeñaja adorable que cada vez que la miro, me regala un pedacito de mar con su mirada.

Te Quiero Enana.